lunes, 12 de octubre de 2009

Actualidad y Gabriela




Publican cartas de amor de Gabriela Mistral y Doris Dana

"Niña errante, las cartas de Gabriela Mistral a Doris Dana" explora la correspondencia íntima que tuvieron entre 1948 y 1956.

La misión oficial partió en enero de 2007 apenas se supo de la muerte de la albacea de Gabriela Mistral, Doris Dana. Justo en esa fecha se cumplían los 50 años del aniversario de la muerte de la poetisa, quien había dejado en manos de su amiga y secretaria estadounidense la tarea de custodiar todo su legado literario, que, luego se sabría, sumaba más de 40 mil documentos. A través de la sobrina de Dana, Doris Atkinson, única legataria familiar, el gobierno chileno pudo obtener la donación de todo este valioso material para que fuera custodiado por la Biblioteca Nacional. Desde el Archivo del Escritor, su jefe, Pedro Pablo Zegers, actor protagónico de todo el proceso de donación, decidió ahora publicar el primer material salido de su investigación y catalogación: las cartas de Gabriela Mistral a Doris Dana. Afirma que: "Doris Dana no hizo esfuerzo alguno por restringir el uso de las cartas".

Aunque en el libro del sello Lumen de Ramdon House Mondadori se incluyen 16 cartas de Dana a Mistral, el resto, unas 230, son las que Mistral le dirigiera a su amiga desde 1948 a 1956, en momentos en que, por diversos compromisos laborales, familiares o de carácter social, tuvieron que separarse momentánemente.

Dana y Mistral se conocieron a raíz de una traducción al alemán que hiciera la primera de un texto mistraliano en homenaje a Thomas Mann, para una publicación de varios autores. En Mann, radicado en California, coincidía la admiración de ambas mujeres, que pronto fueron juntas a visitarlo.

"A partir de este punto", escribe Zegers, "tanto la relación entre ambas como el epistolario que la narra no tiene punto de retorno. Hay en ellas, en Gabriela y Doris, en sus cartas, un cruce de intensas personalidades cargadas de emotividad y pasión. De admiración y de orgullo, de celos y entreveros, de felicidad y de angustia. Ambas son personas extremadamente sensibles, difíciles, de altos y bajos, de blancos y negros. El apremio, el miedo, la exacerbación de las sensibilidades y hasta la manipulación a la distancia se van apoderando cada vez más de las misivas a medida que avanza el tiempo y la relación se acrecienta, a veces fortaleciéndose, otras debilitándose, pero nunca mermando en necesidad y pathos , tanto sentimentales como intelectuales."

Zegers no va más allá en la calificación de la verdadera naturaleza de la relación que unió a ambas mujeres, y que luego de la lectura de estas cartas podría extraerse sin mucho esfuerzo. Deliberadamente, quiere dejar al lector la libertad de establecer todas las conclusiones y relaciones que puedan sacar de aquí.




El Mercurio
29/08/09


Actualidad y Gabriela


Sale a luz la apasionada correspondencia de Gabriela Mistral

La apasionada correspondencia entre la poetisa chilena Gabriela Mistral y su secretaria y después albacea Doris Dana se reveló este domingo con la publicación de un libro que compiló esas cartas, mantenidas ocultas por más de 50 años.

"Tú no me conoces todavía bien, mi amor. Tú ignoras la profundidad de mi vínculo contigo. Dame tiempo, dámelo, para hacerte un poco feliz. Tenme paciencia, espera a ver y a oír lo que tú eres para mí", le escribió en abril de 1949 la premio Nobel de Literatura a Dana, una norteamericana 30 años más joven.

"Yo me pongo en el viento y en la lluvia tierna, para que estos, viento y lluvia, puedan abrazarte y besarte para mí", le escribe Dana por esa misma fecha, según extractos de algunas cartas difundidas este domingo por el diario El Mercurio.

"Tú nunca habrías hecho lo que yo hice por tenerte. Pero eso no fue hecho por otra cosa, fue un amor violento de alma y cuerpo", escribe en otra carta la Mistral, quien durante muchos años fue conocida masivamente por sus poemas a la maternidad y la infancia.

Las 250 cartas entre Gabriela y Doris, escritas entre 1948 y 1956, fueron publicadas en el epistolario "Niña Errante", editado en conjunto por Randon House-Mondadori y la Biblioteca Nacional de Chile, un proyecto a cargo del conservador de la dirección nacional de bibliotecas Pedro Pablo Zegers.

Las cartas estaban contenidas en las 168 cajas con poemas inéditos, manuscritos, fotografías y otros miles de documentos que fueron donados al Estado chileno por Doris Atkinson, sobrina de Dana, cuando ésta murió en 2006.

Todo ese material, que incluía unas 10.000 cartas intercambiadas con diversas personalidades ligadas al arte, la cultura y la política, llegó a Chile en diciembre de 2007 y fue entregado a la Biblioteca Nacional, que se abocó a la labor de clasificarlo.

Gracias a "Niña errante", aseguró Zegers al diario El Mercurio, la Mistral se revela "en todo el espectro, tenemos un personaje que se va integrando al mundo, se convierte en un ser de carne y hueso".

El editor afirma que "ex profeso" evitó clasificar de homosexual la relación de ambas mujeres "para respetar la intimidad", aunque reconoció que los lectores podrán hacer su propia interpretación del epistolario.

"El lector me va a decir ´no me vengan con cuentos, si eso está claro´, pero yo dejo abierta la posibilidad a cualquier especulación y, más que especulación, dejo abierta la puerta hacia la verdad", comentó Zegers.

Gabriela y Doris se conocieron en 1946 pero dos años más tarde iniciaron su relación epistolar gracias a la colaboración de Mistral en un libro sobre Thomas Mann que Dana ayudó a editar.

Dana acompañó a la poetisa en los últimos años de su vida. Mistral murió en Nueva York en 1957, 12 años después de haber recibido el Nobel.

La poetisa, cuyo verdadero nombre era Lucila Godoy Alcayaga, había nacido en 1889 en Vicuña, una pequeña ciudad enclavada entre los cerros del Valle de Elqui, en el norte de Chile.

Fue maestra, diplomática, inquieta pensadora sobre los derechos de los indígenas de América Latina y promotora de reformas educacionales. En 1914, con su dramático poema "Los Sonetos de la Muerte", ganó su primer reconocimiento literario y adoptó el seudónimo que la haría mundialmente conocida.

El País, Uruguay

30/08/09

Obras

  • Sonetos de la Muerte (1914)
  • Desolación (1922)
  • Lecturas para mujeres (1923)
  • Ternura (1924)
  • Nubes blancas y breve descripción de Chile (1934)
  • Tala (1938)
  • Todas íbamos a ser reinas (1938)
  • Antología (1941)
  • Lagar (1954)
  • Recados, contando a Chile (1957)
  • Poema de Chile (1967)
  • Almácigo (2008, edición póstuma de poemas inéditos)
  • Niña errante (2009, epistolario con Doris Dana)

Literatura y Gabriela

El 12 de diciembre de 1914 obtiene el primer premio en el concurso de literatura de los Juegos Florales organizados por la FECh en Santiago, por sus Sonetos de la Muerte.

Desde entonces utilizó el seudónimo literario Gabriela Mistral en casi todos sus escritos, en homenaje a dos de sus poetas favoritos, el italiano Gabriele D'Annunzio y el francés Frédéric Mistral. En el año 1917 Julio Molina Núñez y Juan Agustín Araya publican una de las más importantes antologías poéticas de Chile, Selva Lírica, donde Lucila Godoy aparece ya como una de las grandes poetisas chilenas. Esta publicación es una de las últimas en que utiliza su nombre verdadero.

Desempeñó el cargo de Inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena. Además fue destacada educadora; visitó México, Estados Unidos y Europa estudiando las escuelas y métodos educativos de estos países. Fue profesora invitada en las universidades de Barnard, Middlebury y Puerto Rico.

El hecho de haber vivido desde Antofagasta, en el extremo norte, hasta el puerto de Punta Arenas en el extremo sur, donde dirigió su primer liceo y estimulaba la vida de la ciudad, la marca para siempre. Su apego a Punta Arenas también se debió a su relación con Laura Rodig, que vivía en aquella ciudad. Pero la escritora de Elqui no soportaba bien el clima polar. Por eso, pidió un traslado, y en 1920 se mudó a Temuco, desde donde partió en ruta a Santiago en 1921. Durante su estancia en la Araucanía conoció a un joven llamado Neftalí Reyes, quien posteriormente sería conocido mundialmente como Pablo Neruda.

Gabriela Mistral aspiraba a un nuevo desafío después de haber dirigido dos liceos de pésima calidad. Postuló y ganó el puesto prestigioso de directora del Liceo Nº6 de Santiago, pero los profesores no la recibieron bien, reprochándole su falta de estudios profesionales.

Desolación, considerada su primera obra maestra, aparece en Nueva York en 1922 publicada por el Instituto de Las Españas, a iniciativa de su director Federico de Onís. La mayoría de los poemas que forman este libro los había escrito diez años atrás mientras residía en la localidad de Coquimbito.

El 23 de junio de ese año Gabriela Mistral zarpa en el vapor Orcoma acompañada de Laura Rodig, invitada por el entonces ministro de Educación José Vasconcelos. Allí permaneció casi dos años, trabajando con los intelectuales más destacados del mundo hispanoparlante en aquel entonces.

En 1923 se inaugura su estatua en México, se publica allí su libro Lectura para mujeres, aparece en Chile la segunda edición de Desolación con una tirada de 20.000 ejemplares y aparece en España la antología Las mejores poesías, con prólogo de Manuel de Montoliú.

Tras una gira por Estados Unidos y Europa, volvió a Chile, donde la situación política era tan tensa que se vio obligada a partir de nuevo, esta vez para servir en Europa como secretaria de una de las secciones de la Liga de Naciones en 1926; el mismo año ocupa la secretaría del Instituto de Cooperación Internacional, de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra.

En 1924 publica en Madrid Ternura, libro en el que practica una novedosa «poesía escolar», renovando los géneros tradicionales de la poesía infantil (canciones de cuna, rondas, arrullos...) desde una poética austera y muy depurada. Petronila Alcayaga, su madre, murió en 1929, por lo cual le dedicó la primera parte de su libro Tala.

Su vida es, en adelante, una continuación de la errantía incansable que conoció en Chile, sin un puesto fijo en que utilizar su talento. Preferirá, entonces, vivir entre América y Europa. Ella viaja, por ejemplo, a la isla de Puerto Rico en 1931, como parte de un tour del Caribe y de América del Sur. Es en esta gira donde la nombra «Benemérita del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional» en Nicaragua el general Sandino, a quien había dado su apoyo en numerosos escritos. Además dio discursos en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, en Santo Domingo, en Cuba, y en todos los demás países de la América Central.

A partir de 1933, y durante un periodo de veinte años, trabajó como cónsul de su país en ciudades de Europa y América. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, alemán y sueco, y ha sido muy influyente en la obra creativa de muchos escritores latinoamericanos posteriores, como Pablo Neruda y Octavio Paz. Sus diversos poemas escritos para los niños se recitan y cantan en muy diversos países.



La noticia de que ha ganado el Nobel la recibe en 1945 en Petrópolis, la ciudad brasileña donde se desempeñaba como cónsul desde 1941 y donde se había suicidado Yin Yin[5] (Juan Miguel Godoy Mendoza) a los 18 años, su sobrino según se decía, hijo de un hermanastro y al que, con su amiga y confidente Palma Guillén, había adoptado y con el que vivía por los menos desde que éste tenía 4 años.

A fines de 1945 regresa a Estados Unidos por cuarta vez, esta vez como cónsul en Los Ángeles y, con el dinero ganado con el premio, se compra una casa en Santa Bárbara. Será allí donde al año siguiente escribirá gran parte de Lagar I, en muchos de cuyos poemas se observa la huella de la segunda guerra mundial, y que será publicado en Chile en 1954. En 1946, conoce a Doris Dana, una escritora estadounidense con quien establece una controversial relación y de quien no se separaría hasta su muerte

Breve biografía

Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor, y Petronila Alcayaga Rojas, modista de ascendencia vasca. Gabriela Mistral nació en Vicuña, ciudad en la que hoy hay un museo dedicado a ella en la calle donde nació y que hoy lleva su nombre. A los diez días sus padres se la llevaron a La Unión (hoy Pisco Elqui), pero su "amado pueblo", como ella misma decía, era Montegrande, donde vivió de los tres a los nueve años, y donde pidió que le dieran sepultura.

Sus abuelos paternos, oriundos de la actual región de Antofagasta, fueron Gregorio Godoy e Isabel Villanueva; y los maternos, Francisco Alcayaga Barraza y Lucía Rojas Miranda. La Mistral tuvo una media hermana, que fue su primera maestra, Emelina Molina Alcayaga, y cuyo padre fue Rosendo Molina Rojas.

Aunque su padre abandonó el hogar cuando ella tenía aproximadamente 3 años, Gabriela Mistral lo quiso y siempre lo defendió. Cuenta que "revolviendo papeles", encontró unos versos suyos, "muy bonitos". "Esos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética", escribió.


De niña sufrió al parecer una violación que la marcó de por vida, que "almacenó en su inconsciente todas las pruebas de que en cualquier momento el mundo, es decir el hombre, podía agredirla en forma salvaje".

A los 15 años se enamoró platónicamente de Alfredo Videla Pineda, hombre rico y hermoso, más de 20 años mayor que ella, con el que se carteó durante casi año y medio. Después conoció a Romelio Ureta, un funcionario de ferrocarriles. Éste sacó un dinero de la caja del ferrocarril donde trabajaba con el fin de ayudar a un amigo; como no lo pudo devolver, Ureta se suicidó. Más tarde -a raíz de su triunfo en los Juegos Florales con Sonetos de la muerte, versos que relacionaron con el suicida- nació el mito, que tuvo amplia difusión, del gran amor entre ambos.

En 1904 comienza a trabajar como profesora ayudante en la Escuela de La Compañía Baja en La Serena y empieza a mandar colaboraciones al diario serenense El Coquimbo. Al año siguiente continúa escribiendo en él y en La Voz de Elqui, de Vicuña.

Desde 1908 es maestra en la localidad de La Cantera y después en Los Cerrillos, camino a Ovalle. No estudió para maestra, ya que no tenía dinero para ello, pero posteriormente, en 1910, convalidó sus conocimientos ante la Escuela Normal N° 1 de Santiago y obtuvo el título oficial de Profesora de Estado, con lo que pudo ejercer la docencia en el nivel secundario. Este hecho le costó la rivalidad de sus colegas, ya que este título lo recibe mediante convalidación de sus conocimientos y experiencia, sin haber concurrido al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Posteriormente su valía profesional quedó demostrada al ser contratada por el gobierno de México para echar las bases de su nuevo sistema educacional, modelo que se mantiene vigente casi en su esencia, pues solo se le han hecho reformas para actualizarlo

Mistral tenía diabetes y problemas al corazón; finalmente murió en el Hospital de Hempstead, Nueva York, de cáncer al páncreas, el 10 de enero de 1957, a la edad de 67 años, estando Doris Dana presente.