
Publican cartas de amor de Gabriela Mistral y Doris Dana
"Niña errante, las cartas de Gabriela Mistral a Doris Dana" explora la correspondencia íntima que tuvieron entre 1948 y 1956.
La misión oficial partió en enero de 2007 apenas se supo de la muerte de la albacea de Gabriela Mistral, Doris Dana. Justo en esa fecha se cumplían los 50 años del aniversario de la muerte de la poetisa, quien había dejado en manos de su amiga y secretaria estadounidense la tarea de custodiar todo su legado literario, que, luego se sabría, sumaba más de 40 mil documentos. A través de la sobrina de Dana, Doris Atkinson, única legataria familiar, el gobierno chileno pudo obtener la donación de todo este valioso material para que fuera custodiado por la Biblioteca Nacional. Desde el Archivo del Escritor, su jefe, Pedro Pablo Zegers, actor protagónico de todo el proceso de donación, decidió ahora publicar el primer material salido de su investigación y catalogación: las cartas de Gabriela Mistral a Doris Dana. Afirma que: "Doris Dana no hizo esfuerzo alguno por restringir el uso de las cartas".
Aunque en el libro del sello Lumen de Ramdon House Mondadori se incluyen 16 cartas de Dana a Mistral, el resto, unas 230, son las que Mistral le dirigiera a su amiga desde 1948 a 1956, en momentos en que, por diversos compromisos laborales, familiares o de carácter social, tuvieron que separarse momentánemente.
Dana y Mistral se conocieron a raíz de una traducción al alemán que hiciera la primera de un texto mistraliano en homenaje a Thomas Mann, para una publicación de varios autores. En Mann, radicado en California, coincidía la admiración de ambas mujeres, que pronto fueron juntas a visitarlo.
"A partir de este punto", escribe Zegers, "tanto la relación entre ambas como el epistolario que la narra no tiene punto de retorno. Hay en ellas, en Gabriela y Doris, en sus cartas, un cruce de intensas personalidades cargadas de emotividad y pasión. De admiración y de orgullo, de celos y entreveros, de felicidad y de angustia. Ambas son personas extremadamente sensibles, difíciles, de altos y bajos, de blancos y negros. El apremio, el miedo, la exacerbación de las sensibilidades y hasta la manipulación a la distancia se van apoderando cada vez más de las misivas a medida que avanza el tiempo y la relación se acrecienta, a veces fortaleciéndose, otras debilitándose, pero nunca mermando en necesidad y pathos , tanto sentimentales como intelectuales."
Zegers no va más allá en la calificación de la verdadera naturaleza de la relación que unió a ambas mujeres, y que luego de la lectura de estas cartas podría extraerse sin mucho esfuerzo. Deliberadamente, quiere dejar al lector la libertad de establecer todas las conclusiones y relaciones que puedan sacar de aquí.
"Niña errante, las cartas de Gabriela Mistral a Doris Dana" explora la correspondencia íntima que tuvieron entre 1948 y 1956.
La misión oficial partió en enero de 2007 apenas se supo de la muerte de la albacea de Gabriela Mistral, Doris Dana. Justo en esa fecha se cumplían los 50 años del aniversario de la muerte de la poetisa, quien había dejado en manos de su amiga y secretaria estadounidense la tarea de custodiar todo su legado literario, que, luego se sabría, sumaba más de 40 mil documentos. A través de la sobrina de Dana, Doris Atkinson, única legataria familiar, el gobierno chileno pudo obtener la donación de todo este valioso material para que fuera custodiado por la Biblioteca Nacional. Desde el Archivo del Escritor, su jefe, Pedro Pablo Zegers, actor protagónico de todo el proceso de donación, decidió ahora publicar el primer material salido de su investigación y catalogación: las cartas de Gabriela Mistral a Doris Dana. Afirma que: "Doris Dana no hizo esfuerzo alguno por restringir el uso de las cartas".
Aunque en el libro del sello Lumen de Ramdon House Mondadori se incluyen 16 cartas de Dana a Mistral, el resto, unas 230, son las que Mistral le dirigiera a su amiga desde 1948 a 1956, en momentos en que, por diversos compromisos laborales, familiares o de carácter social, tuvieron que separarse momentánemente.
Dana y Mistral se conocieron a raíz de una traducción al alemán que hiciera la primera de un texto mistraliano en homenaje a Thomas Mann, para una publicación de varios autores. En Mann, radicado en California, coincidía la admiración de ambas mujeres, que pronto fueron juntas a visitarlo.
"A partir de este punto", escribe Zegers, "tanto la relación entre ambas como el epistolario que la narra no tiene punto de retorno. Hay en ellas, en Gabriela y Doris, en sus cartas, un cruce de intensas personalidades cargadas de emotividad y pasión. De admiración y de orgullo, de celos y entreveros, de felicidad y de angustia. Ambas son personas extremadamente sensibles, difíciles, de altos y bajos, de blancos y negros. El apremio, el miedo, la exacerbación de las sensibilidades y hasta la manipulación a la distancia se van apoderando cada vez más de las misivas a medida que avanza el tiempo y la relación se acrecienta, a veces fortaleciéndose, otras debilitándose, pero nunca mermando en necesidad y pathos , tanto sentimentales como intelectuales."
Zegers no va más allá en la calificación de la verdadera naturaleza de la relación que unió a ambas mujeres, y que luego de la lectura de estas cartas podría extraerse sin mucho esfuerzo. Deliberadamente, quiere dejar al lector la libertad de establecer todas las conclusiones y relaciones que puedan sacar de aquí.
El Mercurio
29/08/09